Desde la inclusión podremos aprovechar las contribuciones valiosas de diferentes grupos

Hace algunos días el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) realizó la presentación de resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS2022, en la cual se ubicó a Puebla en el segundo lugar nacional de personas, de 18 años y más, que declararon haber sido discriminadas.

Y es que la discriminación tiene muchos rostros, como son los de la exclusión, segregación, prejuicio, desigualdad, injusticia y trato diferencial; situaciones en las que se niegan derechos, oportunidades o trato igualitario a determinadas personas o grupos de personas.

Lo lógico es que mientras más pasan los años y avanza la sociedad, estas problemáticas vayan en detrimento, desafortunadamente la realidad nos muestra lo contrario, ya que solo en la entidad el porcentaje de víctimas de discriminación aumentó, al pasar de 28.4% en 2017 a 30.6% en 2022.

La discriminación se basa en prejuicios y estereotipos arraigados en la sociedad y puede manifestarse en diversas formas, como discriminación racial, étnica, de género, de orientación sexual, socioeconómica y discapacidad, entre otras. Pero no sólo se trata de números, ya que estas formas de discriminación tienen graves consecuencias que impactan tanto a nivel individual como colectivo, afectando el bienestar de las personas y la cohesión social en general.

En el plano personal, aquellos que son discriminados pueden enfrentar dificultades en varios aspectos de su vida, incluyendo la educación, el empleo, la salud y las interacciones sociales, además de que puede limitar las oportunidades educativas y laborales, lo que a su vez perpetúa la desigualdad y el estancamiento económico.

Esto se ve reflejado en la misma ENADIS la cual muestra que el 20.5% de la población de 18 años y más manifestó que se le negó injustificadamente alguno de sus derechos en los últimos años, de los cuales el 46.1% refirió la negación a recibir apoyos de programas sociales, seguido de la atención médica o medicamentos con 38.5%. También destaca el saber que la mayor parte de quienes detallaron haber sido discriminados son mujeres.

Pero, además, la discriminación puede llevar a problemas de salud mental, como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima, debido al constante estrés y a la sensación de exclusión social.

Asimismo, tiene consecuencias negativas a nivel colectivo en la sociedad. La exclusión y marginalización de determinados grupos sociales debilita la cohesión social y promueve la desconfianza y el conflicto. Incluso, puede alimentar estereotipos y prejuicios, lo que dificulta el diálogo y la colaboración entre diferentes grupos. Además, perpetúa la desigualdad social y limita el desarrollo y progreso de la sociedad en su conjunto.

También puede ser un obstáculo para el cumplimiento de los derechos humanos fundamentales, ya que viola el principio de igualdad y no discriminación, consagrado en la legislación mexicana e internacional.

Un ejemplo de ello son los efectos estructurales de la discriminación en la asistencia a la escuela, debido a que sólo el 34.7% de la población indígena de 12 o más años lo hace, así como sólo el 35.7% de la población afrodescendiente, el 42.4% de la población con discapacidad y el 30.8% de población migrante.

Y es que cuando se excluye a determinados grupos, se pierde la oportunidad de aprovechar su talento, habilidades y conocimientos. La diversidad es fundamental para la creatividad, la innovación y la resolución de problemas. Una sociedad que discrimina restringe su capacidad de progreso, ya que se pierden las perspectivas y contribuciones valiosas de diferentes grupos.

Es por ello que tomar medidas para combatir este grave problema en Puebla se vuelve fundamental, dentro de lo cual lo primero debe ser la aplicación efectiva de leyes y políticas que prohíben la discriminación en todas sus formas, como lo es la Ley para Prevenir la Discriminación del Estado.

Asimismo, se deben crear programas de inclusión social y laboral, así como el fomento de la participación activa de todas y todos los integrantes de la sociedad.

También se requiere promover, desde las generaciones más jóvenes, una educación y sensibilización sobre la importancia de la igualdad y el respeto a la diversidad, dentro de lo cual la mejor lección es la que se da con el ejemplo.

Por ello es indispensable que cada quien, desde su propia trinchera, adopte una actitud inclusiva y tolerante para evitar propagar la división y el odio, incluso en espacios personales como son las redes sociales o en la interacción uno a uno.

Estoy convencido que sí se puede, que juntos podemos lograr que en nuestro estado haya mayor igualdad de oportunidades, inclusión, diversidad y garantizar que todas las y los poblanos sean tratados con dignidad y respeto. Solo así podremos construir una Puebla justaequitativa y próspera.

con información de : Columna de Fernando Manzanilla en E-Consulta

Por redaccion

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